“Todos nosotros reconocemos nuestro propio trabajo como modesto. Es la totalidad de un trabajo tan modesto lo que es impresionante. Grandes cambios están teniendo lugar. ¿Por qué no unirse a nosotros en la creación de un futuro mejor? Campus Ingenio Patet. El campo está abierto para el ingenio.”
Bill Mollison
El actual modelo productivo agrícola se basa en insumos químicos con una gran costo económico, una fuerte degradación ambiental y graves casos en la salud pública.
Comenzar a practicar una agriCultura que tienda a ser ambientalmente saludable, socialmente justa y económicamente viable es un desafío necesario y urgente para el campo.
Como dice el autor: “Los productores no tardan en ver que la lógica de uso de insumos se supera afianzando las relaciones naturales que existen en un ecosistema. Se comienza a hacer énfasis en la recuperación del suelo; aparecen los policultivos que cumplen muchas funciones -aportan materia orgánica al suelo, raciones para animales y colaboran en el reciclaje de nutrientes-; se valora de otro modo el aporte animal en el esquema productivo, se habla de reforestación, se ensayan productos de base biológica elaborados en el establecimiento, entre otras cosas. Al tiempo y junto a la municipalidad, se diseñan sistemas de elaboración y comercialización de alimentos locales y se intenta dar solución a alguno de los problemas más relevante del proceso, como la falta de maquinaria apropiada.
La consolidación de estas experiencias requiere que fortalezcamos el sistema social a la par del de nuestras chacras. Allí, la red de mayor diversidad -expresada en los productores, el aporte estatal, la relación con empresas del medio, contratistas, instituciones educativas, profesionales del sector, consumidores, entre otros- es la más estable y la que tiene mayores perspectivas de futuro.”
Este libro da cuenta de una experiencia cotidiana en la transición hacia un campo sustentable. De un diálogo entre docentes, productores, técnicos, familias, funcionarios, mujeres y hombres que generan alimentos sanos.
“La forma en la que cada productor, o grupo de productores, encara el proceso de analizar y asumir la producción agropecuaria desde una perspectiva ecológica varía con cada uno. Se podría decir que hay tantos caminos de transición como productores se encuentren en este momento particular.
Desde la perspectivas de la pequeños productores es interesante iniciar el camino asumiéndose como productores de alimentos ya que vincularse intensamente con todo el proceso productivo de un alimento permite tomar distancia de una producción fría, industrial y con destinos a veces inciertos, y es clave para vincularse más intensamente con aquello que se hace a diario.
Diferentes autores coinciden y proponen tres etapas a superar en esta transición:
La reducción del uso de insumos: aunque no se rompa aún con la forma de producción imperante es necesario avanzar en nuevos diseños de siembra, esquemas de rotación, fertilización, secuencia de labores y demás, con el fin de mitigar el impacto de los paquetes tecnológicos industriales, reducir costos y comenzar a sanear el ambiente.
Conocer y valorar adecuadamente la potencialidad y limitaciones del suelo que se está trabajando es un eje central de esta etapa. Un punto de partida a partir del cual se analiza el esquema productivo y sus prácticas asociadas. “Hay que pensar y pensarse desde el suelo”.
La sustitución de insumos: se sustituyen a aquí los insumos externos usados por prácticas culturales, semillas, distintos preparados y abonos de origen local y/o regional. Esto es posible, siempre que el insumo principal sea el conocimiento local, del productor, sus vecinos y los técnicos que acompañan el proceso.
El rediseño del entorno: con las etapas anteriores superadas, se llegaría a un grado de conocimiento que permitiría poder rediseñar el espacio, de manera de aprovechar los servicios del ambiente para mejorar la productividad del sistema. Se debe conocer adecuadamente el suelo, la dinámica del agua, la influencia climática, el rol de los seres vivos y considerar la acción humana dentro de ese conjunto -ya no como centro, sino como parte activa de ese ecosistema-.”
Este libro es una bitácora para quien comience la transición de su tierra desde un modelo basado en insumos químicos, hacia la consideración del complejo equilibrio entre materia orgánica, microrganismos y minerales del suelo y el abordaje de distintas estrategias agroecológicas, como la rotación y el uso de abonos orgánicos.
Es el despliegue de una mirada que integra una cultura de la tierra genuinamente sustentable.
Cristian Crespo es hijo, nieto y bisnieto de chacareros y trabajadores de la tierra, e integra oficio, arte y profesión. Con estudios de agronomía en la UN de La Pampa, Argentina, conocimiento que ha fusionado con la educación popular, la agricultura orgánica y la permacultura. El concepto de agricultura regenerativa, de la mano de Jairo Restrepo, ha sintetizado su visión del mundo.
Colabora en distintos periódicos y revistas. Ha participado de organizaciones sociales -gremiales, estudiantiles y ambientalistas-, y en los encuentros de la Red de Pueblos Fumigados. Brinda talleres de huerta, suelos y cromatografía y participa en cátedras libres y diplomaturas vinculadas a la agroecología y la soberanía alimentaria.
Es docente en la escuela agraria de alternancia y participa como técnico en el proceso de reconversión agroecológica de productores periurbanos en Trenque Lauquen, Buenos Aires, Argentina.
Nos encontramos en el momento de volver a la tierra
para reflexionar sobre lo que se hace en el campo con nuestros alimentos y nuestra salud.
Y rediseñar los esquemas productivos de una agricultura en transición.