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En un país agricultor

El precio original era: $16,000.El precio actual es: $10,000.

De Manuel Belgrano
Medios generales
de fomentar la agricultura,
animar la industria
y proteger el comercio.

90 p. ; 14 x 14 cm.
ISBN en tramite

VENTA ANTICIPADA HASTA EL 9 DE JULIO

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Descripción

El legado de Belgrano: cuando la sustentabilidad era sentido común
Manuel Belgrano no hablaba de agroecología ni de economía circular, pero si uno revisa sus ideas, el paralelismo es ineludible. Belgrano enuncia estrategias básicas: la rotación, el uso de árboles, la cobertura del suelo. En 1796, cuando la agricultura era todavía el motor evidente de cualquier economía, ya advertía que sin un modelo productivo bien pensado, sin un campo próspero y con un desarrollo sostenible, cualquier nación estaba condenada a la dependencia y la miseria.
Doscientos años después, el diagnóstico sigue vigente. La Argentina sigue debatiéndose entre ser colonia de materias primas o construir un modelo más equitativo y, sobre todo, más sostenible.
Cuando Belgrano insistía en educar a los agricultores y en fomentar la producción local, no lo hacía solo por una cuestión de eficiencia económica. Entendía que un país que no controla su producción de alimentos y sus materias primas es un país vulnerable. En tiempos donde la seguridad alimentaria y el impacto ambiental de nuestras prácticas están en el centro del debate, su mirada cobra un peso inesperado.
Belgrano no se quedaba en la economía: su visión del progreso siempre incluyó la dimensión social. Propuso escuelas gratuitas, impulsó el trabajo como motor de dignidad y defendió la equidad como principio básico de cualquier sociedad próspera. La ecología y la justicia social son dos caras de la misma moneda.
Lo que resulta más sorprendente es su llamado a la acción conjunta: Estado y sector privado, gobernantes y ciudadanos, todos con la responsabilidad de construir un modelo productivo con futuro. No es un planteo anticuado. Es una advertencia que debemos abanderar.
Belgrano no imaginó un mundo de combustibles fósiles, monocultivos intensivos y crisis climática. Pero entendió que una nación que no piensa su desarrollo desde la tierra que pisa, está destinada a perder. En tiempos de incertidumbre, su legado no es solo historia: es una bandera que tal vez, aún estemos a tiempo de seguir.